Por fin, después de no sé cuantos años,
la suerte le sonríe al equipo tiburón. Jugamos mal, terrible, nada rescatable,
sin embargo, terminado los 180 minutos, el equipo que avanzó a las semifinales
de la copa sudamericana fue Junior de Barranquilla. Y empiezo por aquí, porque cuantas veces “no
merecíamos perder” y sin embargo la suerte nunca estuvo de nuestro lado. Anoche, por primera vez – sin exagerar –
experimenté la sensación donde la suerte en el fútbol me sonriera.
Ahora bien, la sensación es bastante
agridulce, la alegría y el descanso de haber avanzado, contrastado con la
vergüenza y la impotencia del pésimo partido disputado. Lo único rescatable de
estos noventa minutos, fue el gol de Díaz.
San Díaz, en una baldosa remato con el alma para conseguir el milagro.
Por lo demás, serie de errores
consecutivos que van desde el planteamiento táctico inicial donde involucro la
elección de los once titulares, hasta la anemia total e inexplicable de todos y
cada uno de los jugadores en el terreno de juego.
Actitud que es totalmente opuesta a la
mostrada por los rivales argentinos, claro que era de esperarse que salieran a
comerse la cancha y a buscar un resultado, pero lo que no vaticinó ni el mas
pesimista juniorista, fue que los jugadores caminarían la cancha de principio a
fin, así como tampoco que el técnico se durmiera, otra vez, en los laureles
para meterle mano al compromiso.
Me auto explico, el planteamiento fue
errado, no porque no eran “los mejores” en la nómina de Junior para afrontar
este partido, sino porque no eran los que la situación y la serie pedía. Con un resultado a favor por dos goles y
revisando los partidos anteriores, ¿no era mejor algo más de equilibrio en el
medio campo para contener a los rivales? ¿Porqué sostener a Hernández que viene
en mal momento como titular, porqué no aumentar la marca con un cinco neto
teniendo en cuenta que Pico tampoco viene bien? Y más aun, ¿Para qué escoger
cinco jugadores que no tienen la marca en su estilo de juego, cuando era lo que
mas íbamos a necesitar?
No siendo suficiente, la actitud de los
jugadores, todavía hoy me tiene abrumada.
¿cansancio?¿falta de compromiso?¿Miedo escénico? Lo cierto es que no
hubo rebeldía, ni carácter ni ganas y mucho menos futbol durante esta vuelta de
serie. Me quedé esperando a los líderes
e ídolos que se supone tenemos en el terreno… no hubo Teo, no hubo Viera, nadie
tomó la batuta de capitán para cambiar por lo menos, la forma y las ganas de
jugar.
Para cerrar el ciclo de horrores, Avelino
decidió que esperaría estar completamente eliminado para hacer los cambios, no
fue sino hasta que marcaron el tercer gol (ojo, el que sí valió) para que
mandara al campo a James Sánchez y a Yoni González. ¿Es necesario ir perdiendo todo para que el
director técnico reorganice al equipo?
Afortunadamente para nosotros, a pesar de
toda esta rueda de horrores, san VAR se apiadó de Junior y eliminó un gol a
Defensa y Justicia por una tenue, pero existente falta sobre Leonardo Pico. Ojo, cabe anotar, que incluso después de la
ayuda divina, continuó la apatía generalizada.
Posiblemente lo único bueno de toda la
noche en Junior fue la efectividad al mil por ciento, una sola llegada bastó
para que Luis Díaz le diera la clasificación al equipo.
¿Feliz? Sí, ¿Celebrando? No. Alguien que por favor me explique la apatía del
equipo en instancias definitivas, ejemplos hay miles: Flamengo, Boca, Jaguares,
Chapecoense, etc, etc. Creo que ya es algo psicológicamente patológico, al ver
una gran oportunidad tan cerca, TODOS se vuelven estáticos …. Sin embargo una
cosa es jugar mal y otra totalmente diferente es no jugar.
Ayer, la suerte sonrió, pero necesitamos
algo mas que suerte para seguir avanzando, ahora sigue SantaFe, ¿jugaremos a la suerte otra vez?